Wednesday, July 05, 2006


4. UN CINE EN EL JUNCAL
( EMISIÓN EN PROTAGONISTAS SEVILLA -PUNTO TADIO, 93,0- EL SÁBADO 4 DE MARZO DE 2006)


Buenos días, vuelve El Caminante para hablar de sus rincones urbanos. Tiene Sevilla una barriada llamada El Juncal o La Juncal, según el dicho popular, como reminiscencias de cañaverales y río, aquel cercano Tamarguillo que quizá alguien conoció. Y jirones de nostalgia del caminante que la pisó en otros tiempos.

También una avenida con más nombre que amplitud; según reza la placa: ALCALDE JUAN FERNÁNDEZ, y un pequeño banco verde de los Sesenta. Hay jardines interiores, y bloques de pisos bajitos, de cuatro plantas sin ascensor, salvo mejora de los propietarios.

En una curva haciendo esquina, camino de Felipe II, una gasolinera emparedada entre manzanas de casas, reminiscencias urbanísticas de otros tiempos (mitad de los Ochenta). Vida de barrio: una tienda de electricidad junto a otra de pequeños electrodomésticos, y la inevitable farmacia, palmeras de tronco ancho y altos naranjos.

Y una plazoleta amplia rectangular reurbanizada con bancos de granito frío y perfectos y delineados setos: Plaza del Juncal. Frente a ella, los dos rascacielos del barrio, sendos bloques de nueve plantas. Niños jugando, gente de paseo y bancos compartidos. A mi lado, un abuelete con gorra campera y modesta colilla pide permiso para sentarse extendiendo un pañuelo antes de hacerlo.

-De aquí a dos día la caló, lo que yo le diga.

Charla afable, recuerdos de mundo antiguo, como un pequeño pueblo en Sevilla. la gente aún pasea sin prisa por estas latitudes. Frente a mí, El Rey de los Caracoles, los mejores cuernos succionados de la ciudad, larga espera hasta el verano.

El Caminante debe seguir su rumbo a otras latitudes. Cruzamos la Avenoda Ciudad Jard para divisar en toda su majestuosidad el gran cubo blanco injertado entre bloques de lo que siempre ha sido y será el Cine Juncal, donde en otro tiempo un extraño Tarzán volaba en ala Delta con Chita a sus espaldas, y un brazo atrevido rozó una pierna y dio su primer beso.

Regreso sobre mis pasos al cine. Quiero volver a entrar, y en vez de taquilla, una puerta corredera se abre ante mis pasos. Da acceso a un ordenado y funcional supermercado. Me paro frente a la Sección de Charcutería a punto de decir:

-Señorita, deme usted cuarto y mitad de peli de aventuras rellena de besos a quinceañera con sabor a chicle.

No, tú nunca podrás ser un supermercado, sino el último cine de barrio, mi querido Cine Juncal.