Friday, July 07, 2006



8. PASEO DE COLÓN

(Emitido en PROTAGONISTAS SEVILLA -PUNTO RADIO (93.0 f.m.) el 1 de Abril de 2006)

Buenas tardes y saludos. Por fin llegó Abril, difícil mes; tantos tópicos y realidades de nuestra ciudad concentrados en treinta días, y debemos dar cuenta de ellos. Intentaremos sobrevivir al empeño.
Hoy El Caminante termina su periplo en uno de los lugares más bellos de nuestra villa, si obviamos las obras del metro. Nos referimos al paseo por excelencia de la ciudad: el Paseo de Colón.
La Torre del Oro brilla majestuosa a mediodía con su reciente restauración, reflejándose en el río, y frente a ella, Triana, mágico nombre de antiguo arrabal por soleares, donde la gente sigue conservando un modo especial de ser sevillano, que se traduce en arte hasta en sus actos cotidianos.
Llegamos a la zona de terrazas de Marqués del Contadero. Hora justa para acercarse al kiosco y pedir el primer tinto de verano de la temporada a una bella y simpática camarera. Nos sentamos en una de las sillas de hierro forjado de la terraza, desplegamos nuestro diario y contemplamos el ir y venir de la gente. Alegría en la cara de los transeúntes, temperatura ideal y sol que nos obliga gustosos a cerrar los ojos y dejar que nos bañe con sus rayos. Desde aquí diviso el Teatro de la Maestranza, bella basílica pagana del arte de la buena música. Más hacia delante, la Plaza de Toros de la Real Maestranza.
El Caminante habla sólo de la belleza del edificio: no le gusta la llamada fiesta. Tampoco le consuela el nuevo reglamento taurino de la Junta, que reduce el tiempo de pica y limita a diez minutos la agonía del toro ante el estoque.
Salvador Távora anda empeñado en crear la corrida moderna, incluso ha celebrado en Espartinas un festejo donde combina rejoneo con toreo a pie y otras suertes. Y yo animo a que lo haga, pero que se abra un debate real sobre este espectáculo, donde puedan llegar a acercarse las posturas antitaurinas con las taurinas. Ya que de momento juzgo difícil que que deje de exisitir la burla del animal, seamos civilizados como los portugueses: que no haya muerte.
¿Por qué tiene que haber sacrificio para que se produzca la catarsis? Que no, que no puede ser una fiesta un espectáculo donde la muerte sea protagonista. ¿Por qué no celebramos la vida?
Propongo otra reforma distinta: que se use la plaza de toros para conciertos al aire libre, como una prolongación del teatro que lleva su nombre. También se pueden crear reserva de toros de lidia en parques de animales como el Castillo de las Guardas, para que algún día pueda explicarles a mis nietos con claridad:
-¿Veis esos animales tan bellos?, pues hubo un tiempo donde la gente les clavaba largas picas, y unos pinchos por el mero placer de ver cómo un hombre vestido de lentejuelas lo burlaba con una tela roja. Encima al final, los mataban con una espada, y la gente hasta aplaudía. No os asustéis: eso pasaba hace mucho tiempo.